El Espinar, San Rafael, Los Ángeles de San Rafael La Estación de El Espinar, Gudillos y Prados
Buscar en nuestro sitio

Calendario de eventos

LA TRAVIATA

+ Ampliar

Sábado, 18 Agosto 2018 / 20:30h

MIRAR TRAVIATA DESDE EL SIGLO XXI

Una mujer que vive ignorando los convencionalismos sociales de la época siendo consciente del precio que tiene que pagar por su libertad. Una mujer con varios nombres, Marie Duplessis, Alphosine Plessis, Marguerite Gautier, Giuseppina Strepponi, Violetta Valéry, unas veces real y otras resbalando desde la pluma de un escritor hasta las páginas de un libro, de un libreto o de una partitura, hasta acabar convertida en un personaje que ha transitado más de cien años, con todo merecimiento, sin perder un ápice de su frescura.

Si Verdi no hubiese tenido al lado a Giuseppina Strepponi, tal vez no hubiera ido nunca a ver la representación teatral de la novela de Alejandro Dumas hijo, y la Dama de las Camelias, hubiese quedado como una obra más del romanticismo, pero Verdi acudió al teatro y se enamoró de ese personaje, de esa mujer que tanto le recordaba a su Giuseppina.

El encuentro entre Verdi y la versión teatral de La Dama de las Camelias de Alejandro Dumas hijo, tuvo un fuerte impacto en el compositor. Verdi se encontraba en ese momento viviendo un romance con Giusseppina Strepponi que había sido cantante y había perdido la voz interpretando el papel de Abigaille de Nabucco del propio

Verdi. A raíz de este percance, Giuseppina se había convertido en una reputada maestra de canto y aunque llevaban varios años de amantes, Verdi no podía, por los convencionalismos de la época, hacer pública esta relación, máxime porque el pasado de ella era borrascoso por las conocidas relaciones con el tenor Marini o con el empresario Merelli, además de ser madre de dos hijos extramatrimonales. Todas estas circunstancias tuvieron que pesar mucho en el ánimo del compositor a la hora de decidir el argumento de su ópera. Verdi y Giueppina acabaron casándose nueve años después del estreno de Traviata.

Piave, el libretista que mejor conocía al compositor, escribió un libreto en el que Violetta se distanciaba del personaje de la novela y del personaje de la obra de teatro. Se podría pensar que compositor y libretista lo hicieron por evitar las quejas que hubieran sufrido de los autores precedentes, pero, si bien esa fue una de la razones, la más importante fue el deseo de contar la historia desde otro punto de vista. Violetta, es una Margarita Gautier evolucionada, con un aliento naturalista que late en el conflicto y aleja a los

personajes de la visión romántica. En este sentido, así como se habla de la evolución musical que hay entre Il Trovatore y La Traviata, se habla pocas veces del verismo, como se conoce en Italia el movimiento naturalista. Después de Verdi, Mascagni, Leoncavallo y Puccini llevarán al máximo esplendor esta manera de contar las historias.

Estamos ante una de las cinco óperas más representadas del repertorio internacional y este dato habla por sí mismo. La historia, el desarrollo dramático y musical, la definición de los personajes, la expresividad en las intervenciones del coro, además de una partitura llena de fuerza y equilibrio, hacen que llegue al corazón de los espectadores ya estén acostumbrados a este tipo de espectáculos o sean ajenos a ellos. Por todo lo que hemos contado, poner en escena Traviata, siempre está justificado pero también es un reto.

Un director de escena debe contar las historias desde el
respeto, desde el conocimiento, desde la pasión, pero
también está obligado a rescatar y potenciar, las
circunstancias que, desde las partituras y los libretos, siguen
vigentes en el momento que vivimos. Todas las grandes
obras tienen una lectura contemporánea, y cuando digo contemporánea no hablo de traslaciones espacio-temporales, ni de personajes vestidos en Zara, hablamos de rescatar lo imperecedero. Por supuesto que en esta manera de contemplar el proceso de creación, es imprescindible que el Director Musical esté totalmente de acuerdo, de otra forma sería imposible llegar al resultado final que pretendemos.

Haremos una producción, fiel a nuestras puestas en escena, que se caracterizan por la ausencia de los elementos que habitualmente funcionan como adornos y que, bajo nuestro punto de vista, solo dificultan el trabajo de cantantes y actores (dramaturgia objetual) y por escenografías polivalentes, sencillas en apariencia, pero que encierran trucos para que el espectador disfrute de la sorpresa. Violetta es a la vez protagonista y espectadora de su vida. Un vestuario basado en la teoría de los colores de Goethe, cada color dibuja un carácter, colores vivos seleccionados de la descomposición lumínica y que conocemos por los hermosos arcos iris. Al comenzar la representación todos los que rodean a Violetta saldrán solo con una malla mientras ella luce un traje recargado y a medida que el

argumento evoluciona, todos irán cargándose de ropa y ella se irá quedando desnuda, morirá sin nada porque todo lo que tiene lo lleva en el corazón.

La traducción al español de Traviatta, es Extraviada, y es precisamente en ese extravío donde se encuentra la clave de nuestro montaje. La mujer del siglo XXI comparte con Violetta la lucha por salir de los convencionalismos sociales, la lucha por encontrar un camino por donde pueda transitar en libertad, la lucha por poder elegir en libertad aquello que ama. Nuestra Traviatta va a contemplar los últimos días de su vida desde el único espacio en el que ya nada puede perturbar su ánima. Ella, presenciará como un espectador más, como su otro yo va precipitándose hacía el lugar de donde nadie escapa. Violetta viva y la sombra de Violetta observando, sin poder intervenir en su destino.

Ver todas las actividades

Compartir en Facebook
0